La calzada romana de Galapagar es sólo un pequeño tramo de la Vía 24 del Itinerario Antonino, un paso por la Sierra de Madrid, procedente de Mérida -Emerita Augusta- y con destino a Zaragoza -Caesaraugusta-. Vía de ocho metros de ancho, construida con grandes losas de granito y bordillos, la Vía 24 cruzaba la frontera de Galapagar, desde Puente del Herreño hasta Puente del Toril, desde aquí continúa su itinerario atravesando el actual casco urbano de la localidad.
El uso de la vía se verifica a lo largo de la historia y en diferentes épocas. En 1765, el Puente del Toril fue construido por el ingeniero Marcos de Vierna, con un estilo que imita las obras de ingeniería civil de la época romana, para que pudiera pasar por la nueva vía que unía Madrid con El Escorial y Castilla la Vieja. También en el siglo XVIII se construyó la rampa empedrada, a la izquierda del puente, que facilitaba el paso del antiguo camino que venía del centro de Galapagar al nuevo Camino Real de Castilla. Durante el siglo XIX la antigua calzada romana cambió de uso y pasó a ser vía pecuaria, con el nombre de Cordel de Suertes Nuevas.
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