El edificio fue una residencia privada encargo de la familia Mendoza. Posteriomente, se convirtió en colegio universitario y no se libró de sufrir los estragos del paso de las tropas napoleónicas. Tras ser reformado, pasó a manos de la familia Lizana en el siglo XIX y, finalmente, en el XX fue comprado por el Ayuntamiento, que lo ha restaurado con la ayuda de la Comunidad de Madrid.