El Castillo Viejo, en el extremo de una loma, al borde del río Manzanares, nos brinda magníficas vistas del casco urbano y de La Pedriza, la formación granítica más importante de la Sierra de Guadarrama./n
Erigido como fortaleza en tiempos de la Reconquista y vinculado a la familia De la Cerda, a través de Leonor Núñez de Guzmán, en 1383, el rey Juan I de Castilla lo traspasó a la Casa de Mendoza, quién erigió en su entorno el señorío del Real de Manzanares. Su uso y esplendor decayó cuando en 1475 esta poderosa familia impulsó la construcción de un nuevo castillo./n
La diferencia entre el viejo y el nuevo castillo, de similar construcción, son las dimensiones y el uso a que fueron destinados, ya que el primero era fortaleza y el nuevo fue también residencia palaciega./n
Los restos son de acceso libre, aunque su estado dista de la magnifica restauración de la que goza el vecino castillo de los Mendoza. Recorrer las bases de los antiguos muros del castillo viejo nos permite evocar su esplendor y uso defensivo. De planta cuadrangular, se pueden ver las bases de las antiguas torres en los ángulos, tres cubos cilíndricos con uno de mayores dimensiones llamado torre del homenaje. Sus muros, algunos de los cuales aún se alzan cuatro metros, son de estilo mudéjar, en mampostería granítica y enlazados con cadenas de ladrillo. En ellos son todavía visibles los escudos de las familias que lo ocuparon mediante alianzas matrimoniales: los Mendoza, Velasco y Toledo./n
En la actualidad cuenta con la certificación de Bien del Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.
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