El mural, de 1885, es obra de Manuel Laredo y simula un retablo en forma de templete. Desde el Renacimiento existen muchos ejemplos de esta capacidad ilusionista de grandes maestros realizada mediante la aplicación de la perspectiva y el hiperrealismo.
La ermita de San Isidro Labrador, Bien de Interés Cultural, es una modesta construcción que data de 1650 y que se fue deteriorando con el tiempo. En 1885, la Hermandad de Labradores que la custodiaba, encargó la gran pintura mural, cuyo interés no radica tanto en su originalidad, sino en el hecho de que a finales del XIX continuaran haciéndose en España decoraciones como ésta.