Está situado en una sugerente zona boscosa y marca el punto de inflexión y curso del río Alberche. Desde el puente se divisa, al noroeste, el barranco ahondado por el río, hoy aprovechado por la presa de Picadas. Comenzó a construirse en 1761 “con pilastras de piedra y piso de madera”, según consta en la licencia concedida por el Real Consejo de Castilla, y supuso un importante avance para las comunicaciones, ya que hasta la fecha sólo dos puentes menores permitían el paso de mercancías de un lado a otro del Alberche, con el consiguiente derecho de patada. Restaurado hace unos años por la Comunidad de Madrid, conserva el suelo de madera y las losas de piedra, así como sus imponentes arcos, nada menos que 24, construidos en ladrillo, y el pretil, con robustas pilastras de mampostería de piedra.
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