En 1759 llegó al trono Carlos III, que había sido rey de Nápoles y Sicilia. Eligió Aranjuez para vivir, pues le recordaba a su ciudad napolitana de Caserta y eligió este enclave para desarrollar un proyecto experimental agroindustrial y ganadero para activar el progreso desde la perspectiva ilustrada. Así, en 1762 creó el Cortijo Real, semejante a San Leucio, poblado próximo a Caserta, también de experimentación agrícola y que servía como abastecimiento de buenos productos al palacio real.
En el bello paisaje natural del Real Bosque empezaron roturando terrenos vírgenes, formando calles arboladas para acceder a las nuevas huertas, praderas artificiales para pasto etc. Trajeron de Nápoles vacas, búfalas, ovejas, caballos, bueyes… y para regar las tierras construyeron tres caces y transformaron el histórico caz de la Azuda. Además, plantaron 25.000 árboles variados y 128.000 cepas, levantando una cerca para proteger los cultivos de los animales salvajes. En 1770, el rey Carlos III mandó construir una casa para el director del cortijo, residencia real, caballerizas, oratorio, cuadras…
Hoy, al entrar al Real Cortijo nos encontramos con un casco urbano de estilo neoclásico en el que destaca la ermita de San Isidro, en el centro. Visitar este enclave nos permite admirar la Real Bodega, la Plaza Mayor, el Lagar y la Real Casa. Su perímetro pentagonal se encuentra enmarcado por frondosas zonas verdes. Y en su entorno, aún están activos los sistemas hidráulicos que distribuyen el agua del Tajo por las fértiles parcelas. Estos elementos protegidos son la excusa perfecta para una buena ruta senderista.
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