Declarado Bien de Interés Cultural en 1930, numerosas personalidades del último siglo lo visitaron, entre otros, Antonio Maura, quien falleció en sus escaleras en 1925; Indalecio Prieto o el General Miaja, quien dirigió desde allí la Batalla de Brunete; o Franco, quien, tras heredarlo en 1940, lo convirtió en refugio y, posteriormente, en lugar de recreo y granja.
Situado en una pequeña meseta a 1.011 metros de altitud, corona la cima del Canto del Pico, formación granítica de la Sierra del Hoyo en cuyas agrestes laderas predominan árboles como la encina y el alcornoque. El conjunto resulta un mirador excepcional dado que desde él se divisa una treintena municipios madrileños.
El edificio, de gran eclecticismo, albergó numerosos elementos arquitectónicos y decorativos representativos del arte español de los siglos XII a XVII, alguno de los cuales fue subastado en 1928 en Nueva York por el aristócrata. En su día albergó las columnas y capiteles góticos del Castillo de Curiel, puertas traídas del Convento de las Salesas Reales de Madrid, diferentes motivos ornamentales de las Colegiatas de Logroño y de la Seo de Urgel y el claustro gótico del monasterio cisterciense de Santa María de la Valldigna, devuelto en 2007 a su lugar de origen.
En sus jardines, situados lejos de la casa, se encuentra, según dicen, el enebro más antiguo de la Comunidad de Madrid. Diseñados también por el mismo conde, son de inspiración romántica.
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